Un sistema embebido puede tener una arquitectura impecable, un procesador de última generación y una eficiencia energética sobresaliente.
Pero si no está preparado para convivir con su entorno electromagnético, todo eso puede quedarse en papel mojado. Y esto es aún más crítico cuando hablamos de sistemas embebidos que controlan procesos industriales, dispositivos médicos o aplicaciones aeroespaciales.
La compatibilidad electromagnética (EMC) es uno de esos aspectos que a menudo se subestima al principio del desarrollo, pero que puede poner en jaque un producto en sus etapas finales.
Entenderla y abordarla desde el inicio con la ayuda de un laboratorio EMC especializado es una forma de evitar sorpresas y garantizar que los equipos funcionen como deben… Incluso cuando todo alrededor está emitiendo y recibiendo señales.
Cuando la energía electromagnética interfiere en lo que más importa
En un entorno real, los dispositivos electrónicos no están solos. Comparten espacio con routers, convertidores, motores, pantallas, sistemas eléctricos… y cada uno de ellos emite cierto nivel de energía electromagnética.
La acumulación de estas señales puede derivar en interferencias electromagnéticas (EMI) que afectan al funcionamiento de sistemas cercanos.
Un módulo que se bloquea, un sensor que da valores erróneos o una caída de comunicación entre nodos críticos no siempre es culpa del software. Muchas veces, la raíz del problema está en no haber garantizado la compatibilidad electromagnética desde el diseño.
Por eso, las pruebas de EMC se centran en dos aspectos importantes:
- Las emisiones electromagnéticas que genera el propio sistema.
- La susceptibilidad electromagnética, es decir, su resistencia ante perturbaciones externas.
¿Qué está en juego cuando se ignora la EMC?
Cuando se trabaja con sistemas electrónicos de alta velocidad, los riesgos por interferencias aumentan. Una línea de datos mal filtrada o una PCB sin diseño correcto puede convertirse en una antena no deseada.
En sectores como defensa, salud, energía o transporte, esto no es una cuestión de eficiencia, sino de seguridad. En estos casos, la capacidad de un dispositivo para mantener su funcionalidad en presencia de campos electromagnéticos hostiles es tan importante como su rendimiento general.
Y además de la fiabilidad, hay un factor normativo: en la Unión Europea, los equipos electrónicos deben superar pruebas de EMC para obtener el marcado CE y cumplir con los requisitos de la Comisión Electrotécnica Internacional (IEC).
¿Cuándo y cómo realizar pruebas de EMC?
Lo ideal es tomar medidas preventivas en las primeras fases del desarrollo: selección de componentes electrónicos adecuados, diseño de PCB con criterios EMC, control de líneas de alimentación, apantallamiento de cables… Pero incluso con buenas prácticas, es importante validar mediante pruebas de inmunidad y emisiones en un entorno controlado.
Estas pruebas se realizan en laboratorios especializados, en cámaras anecoicas o entornos aislados que permiten reproducir con precisión las condiciones electromagnéticas a las que se verá sometido el producto final.
Un laboratorio EMC que trabaja codo a codo con los desarrolladores
En este contexto, centros de ensayo como TelproCE juegan un papel importante. Este laboratorio ubicado en Barcelona ofrece un espacio técnico preparado específicamente para realizar ensayos de compatibilidad electromagnética en todo tipo de equipos electrónicos y eléctricos.
TelproCE cuenta con una cámara anecoica de más de 100 dB de aislamiento frente al exterior, lo que permite medir emisiones y susceptibilidades sin interferencias. Además, proporciona soporte técnico durante todo el proceso de ensayo, ayudando a los equipos de desarrollo a entender los resultados y corregir desviaciones.
A lo largo de sus más de 30 años de experiencia, ha trabajado con sectores exigentes y productos que requieren alta fiabilidad, contribuyendo no solo a obtener el marcado CE, sino también a reforzar la solidez de los dispositivos frente a condiciones reales.
Pensar en EMC desde el principio es pensar en futuro
La compatibilidad electromagnética no es un trámite, ni un obstáculo. Es una oportunidad para construir dispositivos electrónicos más robustos, fiables y preparados para trabajar en entornos complejos, sin sorpresas ni fallos imprevisibles.
Y en un mundo cada vez más conectado, con sistemas embebidos integrándose en sectores estratégicos, garantizar la EMC es una parte más del diseño responsable. La buena noticia es que, con el acompañamiento adecuado, es un reto perfectamente abordable.